MIÉRCOLES 24 DE ABRIL DE 2013:
Como no se me pudo dar cita el día de ayer (una semana después de la intervención tal como me dijo el ginecólogo), acepté al día siguiente a eso de las 14:40 horas. Tenía pensado en ir yo sola en transporte público, pero mi padre se ofreció.
Como siempre, una noche normal, con mis desvelos, mis pesadillas, etc. Seguía doliéndome el estómago, tanto los cólicos como las grapas. Me levantaba de la cama a sabiendas de que unos segundos más tarde iba a gritar de dolor... pero cada vez menos. Ya no me estiraba tanto la piel. Además, había conseguido dormir de lado (algo que ansiaba), a pesar de que seguía doliéndome la intervención, debía buscar la posición adecuada. Lo que aún no podía hacer era dormir boca abajo, otra de mis posturas más cómodas. Ni siquiera lo había intentado, por si acaso...
A las dos de la tarde ya me encontraba en el centro médico. Me costó lo mío salir del coche... Subí en ascensor a la primera planta (las escaleras las evité) y me quedé un rato de pie tras dar las buenas tardes a quienes se encontraban esperando para entrar, bien con la doctora, bien con la enfermera. No oí respuesta. Como sabía que iba a tardar aquello, me senté como pude... agarrándome el estómago.
La enfermera salió de su consulta y dijo mi nombre. Entré con su permiso y preferí quedarme de pie, detrás de una silla, medio encorvada mientras me agarraba la tripa. Mi bolso descansaba en una de las sillas. "Quédate como tú prefieras y estés más cómoda".- Me dijo la joven. Sólo hacía unos meses que había cambiado de centro médico. Estoy muy contenta, salvo por lo que tardan en atender, porque escuchan mucho... pero eso es bueno para el paciente..., pero no para los que esperamos.
Con la enfermera había comenzado una dieta personalizada de 1.700 calorías hacía dos o tres meses aproximadamente. Me hizo subir a la báscula pero me quedé un poco encorvada hacia adelante. No conseguía estirar mi cuerpo. ¡Cuánto me dolía la espalda!
Le mostré el alta y cuando terminó de leerla me dijo que aún podía seguir teniendo hijos... Casi me desmayo... "No me refiero tenerlos tú físicamente, sino que como sigues manteniendo un ovario...". "Como una especie de vientre de alquiler".- Le corté. "Llámalo como quieras. Pero nunca se sabe, ahora no quieres tener hijos, pero ¿y más adelante? ¿Quién sabe?". Con mis palabras le dije a la enfermera lo que me había dicho el ginecólogo (al menos lo que yo le había entendido cuando le pregunté qué me había hecho): "¿Te acuerdas que iba mucho al baño? ¡Ahora ya no tanto! Estoy muy contenta. Voy de 2 a 3 veces a orinar. Y yo antes podía ir hasta 20 veces en una mañana, como conté en una ocasión. O despertarme durante la madrugada porque me estaba reventando...". "Es una buena noticia. Me alegro mucho por ti".- Se congratulaba la enfermera. "Le pregunté al ginecólogo qué había encontrado ahí dentro. Me dijo que me había tenido que extirpar la mayor parte del útero, que me había dejado un trocito, lo que significa que podía seguir sangrando un poco mensualmente. Que uno de los ovarios estaba enquistado y fue el que eliminó. Además, obstruía los intestinos. Y que el otro, el sano, estaba pegado a la vejiga, que probablemente esa fuera la razón por la que iba tanto al baño".- Continué diciéndole, ella me miraba y sonreía. Cuando hablé con el ginecólogo de esto, lo segundo que le pregunté fue: "Pero no voy a poder tener hijos, ¿verdad?".- Quedé aliviada cuando el licenciado me sonrió y dijo que no con la cabeza.
Le dije que lo primero que había hecho después de salir del hospital, había sido pesarme, y que mi pesa indicaba ¡6 kilos menos! Pero no recordaba que el ginecólogo me había dicho que lo que me había extraído pesaba entre 1 kilo y un kilo y medio. No obstante, cuando me pesó la enfermera, de esos 6 kilos, había recuperado dos. ¡Cuánta decepción!
- "¿Vienes a quitarte las grapas?".- Me preguntó.
- "¡No! El ginecólogo me dijo que me hiciera la cura, que pidiera una semana más tarde después de la operación".- Le contesté sorprendida.
- "¡Qué raro! ¿Y quien te ha estado haciendo las curas desde tu alta?"
- "¡Nadie!, tengo la misma cura desde el domingo, cuando salí del hospital. Yo no me atrevo a hacérmela. No me desmayo, pero cuando vi por primera vez que lo que me habían puesto eran grapas, me dio un poco de reparo... A lo mejor el ginecólogo me dijo que pidiera esta cita para quitar las grapas, pero no recuerdo que fuera así. Y no veas cómo me duele cuando me levanto y acuesto en la cama".
- "Túmbate en la camilla, quiero ver cómo lo haces".- Me pidió la enfermera.
Le obedecí, ella cubrió la camilla con un papel a lo largo de la misma y yo, como pude, intenté acostarme... ¡cómo dolía aquello! "Levanta. Te enseñaré cómo hacerlo para que te duela menos". Ella se sentó en la camilla (mucho más alta que mi cama), y dio un pequeño salto hacia atrás para estar casi en el centro de la misma. "Tu cama será más baja. Esto, lógicamente, no lo debes hacer".- Me advertía. Luego, poco a poco, se fue reclinando desde su posición y apoyó su brazo izquierdo en la parte superior de la camilla, a la altura de la cabeza. Dejó el brazo en ángulo recto (unos 90 grados), mientras apoyaba su mano derecha cerca del codo. "Y te vas yendo lentamente. Te apoyas con el codo y la otra mano y subes, poco a poco, tus piernas. Te dolerá. Pero menos. Lo que yo he visto es que ponías toda tu fuerza en tu barriga. Inténtalo tú ahora".- Me invitó. Lo intenté como ella me había dicho, pero tenía la ventaja de que ya no me tiraba tanto como antes (no obstante, a partir de ese momento, me acuerdo y me levanto de esa manera).
Volví a acostarme en la camilla. Tenía puesto un pantalón vaquero con el botón y la cremallera completamente abiertos, sólo un cinturón conseguía que no se me cayera por el camino, aunque lo tenía en uno de los agujeros que más hueco dejaba. Le di la explicación de que me daba miedo rozara la herida. Había pasado una semana desde la última vez que me ponía ropa de calle, ya que había estado con pijama desde el lunes 15 hasta esa misma mañana.
"Respira profundo".- Me pidió mientras arrancaba, suavemente, la cura del domingo. Aún así, me dolió un poco. "Esto lo tienes muy bien. No le veo ningún problema. ¿No quieres que te quite las grapas hoy?". "Mejor el lunes, aún sigo con muchos dolores".- Le pedí, a lo que ella accedió.
Tras la cura, me dio cita para el próximo lunes 29 de abril a las 10:15 horas. Tenía guardia ese día. Aunque me pareció muy temprano, accedí.
Para volver a casa utilicé el transporte público, no sin antes comprar algo en el supermercado frente a la parada. No me quise llenar de muchos productos porque no podía llevar mucho peso.
Como todas los días, comimos, estuve un poco en el ordenador y me fui a dormir por la tarde... odio esto último, porque me hace perder el tiempo... pero los ojos se me cerraban solos.
Mi hermana y yo cenamos juntas mientras veíamos "Con el culo al aire". Yo me tuve que agarrar la barriga mientras me reía de algunas escenas. En un momento dado, le comenté que la enfermera me había dicho que aún podía tener hijos, pero como si se tratara de un vientre de alquiler. Y con mucha sorna, le pregunté si ella quería ser mi vientre de alquiler. Se horrorizó y me recordó el capítulo de "Friends" en el que Phoebe (Lisa Kudrow) se lo pide a su hermana gemela. "Después vamos a tener conflictos".- Me decía. "No, no, no quiero".- Repetía.
Tras terminar la serie, rápidamente mi hermana fue a su cama para levantarse temprano para el día siguiente acudir a la Universidad. Yo, por alguna extraña razón, seguía con mucho sueño...