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viernes, 31 de mayo de 2013

Día 46: Siguen los cólicos

JUEVES 30 DE MAYO DE 2013:

     ¡No puedo más! ¡No consigo quitarme los cólicos ni con ibuprofeno ni con Enantyum Me dice el ginecólogo que es un dolor normal por la herida interna, que nada tiene que ver con los cólicos que tenía con la regla, ¡pero estos son los mismos dolores! ¡Los sufrí durante más de 20 años! Consigo diferenciar los gases de los cólicos, ya que sufro de ambos, y no tienen nada que ver. 
     ¡Dos semanas con dolores todos los días durante todo el día! Algunas horas me viene más fuerte, pero es bastante incómodo. Sigo decepcionada, supongo que tendré que seguir esperando. Son varios niveles de dolor. En estos momentos, que son las 2 y media de la madrugada del jueves, son muy leves (como un suave ronroneo). Hace unas horas fue algo más fuerte (como si se me estuvieran revolviendo las tripas, pero no son gases), tanto, que fui corriendo al baño... Al mediodía consiguió que "taconeara" (como si alguien me estuviera martillando el estómago). Y esta mañana comenzaban los dolores (como un dolor de cabeza que va aumentando). Afortunadamente no ha sido tanto como para endemoniarme.
     Ya consigo dormir boca abajo, y vaya si lo hago, ¡todas las noches! De lado también y sin ningún dolor. Me acuesto en la cama (sigo durmiendo en la azotea) como si nada. Eso sí, las escaleras las bajo con ambas piernas en cada escalón (en pocas ocasiones lo hago de forma normal). No me atrevo a levantar peso (más de 5 kilos), no vaya a ser que me dé una hernia como me dijo el ginecólogo.
     Finalmente me he acostumbrado al aceite de rosa mosqueta de Mercadona. Al principio prefería la crema, pero aquella es mucho más manejable, aunque pringosa. Pero al ser más suave y menos consistente que la crema, consigo aplicarla a la herida casi sin dolor (es muy leve, la rozadura es inevitable). La zona de mi estómago está más sensible, y aún no me he atrevido a cerrarme los pantalones vaqueros (única prenda que utilizo, aparte del pijama en casa, obviamente). Incluso la herida está algo más atenuada (los puntos que agarraban las grapas, porque la sonrisa de la herida se nota mucho). Es un verdadero suplicio cuando tengo que salir a la calle, así que la mayoría de mis días de baja, me quedo en casa durante todo el día (tampoco hay mucha diferencia cuando no trabajo).
     El 24 de mayo tuve cita con mi médico de cabecera, me ha dado cita para el próximo 7 de junio, sigo de baja. El 6 tengo psicólogo. Ya recuerdo qué tipo de depresión me dijo el psiquiatra hace un mes: depresión endógena (cumplo en un 99% con los síntomas basándome en esta página). Afortunadamente se trata de mi falta de autoestima, y digo afortunadamente, porque no es trastorno bipolar ni esquizofrenia o cualquier otra depresión mucho más grave... únicamente, que no me quiero y tengo que aprender a quererme y creerme. Curiosamente, la histerectomía no forma parte de mi depresión (sobre todo porque ni tengo hijos ni los voy a poder tener, al menos desde mi vientre).
     Salvo los cólicos y que me subo por las paredes porque no puedo hacer trabajos forzosos, lo demás va bien. Ya consigo estornudar, toser y reírme sin que me duela.
     El viernes pasado llamé a Pilar y me dijo que estaba mucho mejor de su rodilla. De María no sé nada...

   ...

     Aún me duele el dedo gordo del pie cuando hago algún movimiento brusco sin querer. En cuanto al moretón, se ha atenuado.

jueves, 23 de mayo de 2013

Día 36: ¿Dolores menstruales con la histerectomía hecha?

LUNES 20 DE MAYO DE 2013:

     Hoy tenía cita con el ginecólogo de la Seguridad Social (el mismo que me operó y que también dispone de consulta propia). Tocaba revisión después de un mes tras la operación.
     8:45 horas de la mañana. No entro puntual, la señora de las 8:30 aún no ha sido avisada y son las nueve menos cuarto pasadas.
     Me llama la enfermera. Lo que tiene el ginecólogo de amable, lo tiene aquella de antipática. Le habré visto unas 3 ó 4 veces desde que estoy yendo a este ginecólogo y siempre está igual de amargada, dando contestación, ya no malas, sino cínicas, que eso, molesta más... como tratando de tonta a una. Y es así para todas. Así que no consigo relajarme cuando le veo en la consulta, ni siquiera viendo al ginecólogo, que es todo sonrisa y tranquilidad. Tengo muchas preguntas para hacerle desde que me operé, pero de reojo veo a esa mujer y me pongo más nerviosa...
     Tras leer mi biopsia, me explica que sólo aparece lo que ya puso en el alta, no hay ningún problemaTengo que desnudarme de cintura para abajo. El ginecólogo me introduce algo por la vagina para ver cómo está la herida por dentro. "Tengo muchas preguntas que hacerle. No sé si puedo..." - le digo con timidez mientras estoy tumbada en una camilla con las piernas completamente abierta, su cara en mi vagina y las bragas tipo faja en mis manos... "Claro, adelante".
  • "La semana pasada, durante los últimos cinco días aproximadamente, he tenido los cólicos propios de la regla..."
  • "Eso es imposible".- Me decía con mucha parsimonia sin dejarme terminar.
  • "Le juro que eran los mismos dolores".- Le prometía al médico recordando los más de 20 años sufriendo cólicos menstruales (dismenorrea, como me dijo un médico hace años).
  • "Escúchame. No puede ser si no tienes útero. Son los dolores de la herida que tienes dentro".- Me intenta explicar con mucha tranquilidad, algo que yo misma me he dicho.
  • "Qué casualidad que me duela sólo unos días y justo cuando supuestamente voy a caer mala. No he tenido estos cólicos tan fuertes desde la operación, sólo la semana pasada".- No sé cómo convencerle que conozco mis dolores... Me siento impotente. "Van a seguir estos dolores?".
  • "Por lo menos mes y medio o dos. Tienes que esperar a que cure. Y no coger peso porque puede darte una hernia".- Se levanta y me pide que me vista.
  • "Pues eso va a ser difícil en mi trabajo".
  • "Pues tendrás que estar, como mínimo, 40 días de baja".
     Muchas de las preguntas que quería hacerle se me han olvidado de lo nerviosa que me pone la presencia de la enfermera (¡maldito sea mi poca personalidad!). Sigo insistiendo en los dolores, quiero que se le quede claro qué dolores son los que me dio la semana pasada, los mismos que cuando tenía la regla. Erre que erre ambos, me doy por vencida... me receta otro antibiótico (Enantyum) diferente al ibuprofeno. Cuando me estoy yendo, le indico que el acné (que nunca tuve en mi adolescencia, sino hace unos años), lo sigo teniendo. "Claro, conservas un óvulo".- Me aclara algo que ya sé...
     Y es que el sábado no fue un buen día de cólicos. Comenzaron por la mañana, ya me habían empezado el día anterior, me tomé unos cuantos ibuprofenos y se iba calmando (que no quitando) el dolor. El sábado ocurrió lo mismo. Los dolores, desde por la mañana. Como siempre, aguanté, aguanté tanto hasta las 8 de la tarde, cuando me tomé la medicina. A las 9 me tomé otra porque no se me quitaban los dolores... A las 12 me tumbé en el sofá de la azotea, retorciéndome de dolor, como si la niña del exorcista se tratara. No conseguía calmarme, ¡eran los malditos dolores de la regla! Lloraba en silencio porque mi hermana estaba con amigos. Di golpes, tiré todo lo que me rodeaba en el sofá, me lastimé los pies... había dejado de dolerme la herida y el golpe de la caída. Me di cuenta después, porque cuando me retorcía, pude hacer todos los movimientos que no puedo hacer desde que me operaron y me caí hace unos días al cruzarme uno de mis perros por mi camino.
     Acababan de anunciar que Dinamarca es la ganadora de Eurovisión. Mi hermana me llama, yo no le contesto. ¡No puedo! Así que sube y me ve llorando en el sofá mientras me retuerzo. Me hace preguntas (me ha visto así varias veces), pero yo no le puedo contestar, sólo lo hago con la cabeza. Me dice que tiene que acompañar a una amiga suya a su casa. Que si necesito algo. Le digo que no. Mantengo mis ojos cerrados durante todo ese tiempo...
     ¡No puedo con el dolor! ¡Estoy histérica! Me he tomado medicina para calmar y el dolor no me da tregua... Mi hermana se va y yo me dirijo a la cocina a tomar otro ibuprofeno. ¡Estoy tremendamente desesperada! Sé que hago mal, han pasado sólo tres horas.
     Mi padre llega a casa al poco rato. Y lo primero que hace es gritar nuestros nombres. Nadie le contesta y sube a la azotea. Allí me ve tirada en el sofá retorciéndome de dolor y gritando en silencio (no me esperaba que subiera). Se pone muy nervioso (pienso que exagera demasiado). Se enfada con mi hermana porque piensa que ella ha debido preocuparse más por mí antes de salir... pero yo no estoy atenta a lo que me está comentando. Sí le oigo escribiendo en el whatsapp. Mientras tanto, me dice llamar a una ambulancia o llevarme a urgencias... sigo con los ojos cerrados y llorando mientras doy algunos golpes con mis pies... me vuelvo a hacer daño.
     Poco a poco se va relajando el dolor, pero no se quita, y entonces puedo hablar tranquilamente con mi padre:

  • "Es que yo nunca te he visto así".- Me dice nervioso. 
  • "¡Claro que sí, cuando yo era un adolescente, y junto con mi hermano, decíais que yo exageraba!". 
  • "¡Te decía llamar a la ambulancia o llevarte a urgencias, pero si no me contestas, no te puedo ayudar!". 
  • "Si me estoy retorciendo de dolor y llorando, no me apetece decir nada, además, te decía que no con la cabeza". 
  • "Estoy muy enfadado con tu hermana. ¡Dejarte aquí cuando hay que cuidar de ti".
  • "¡No digas tonterías! Esto lo tengo todos los meses, no es ninguna novedad. La chiquilla me preguntó si necesitaba algo". 
  • "Ella no tiene que preguntar, si te ve así, no tiene por qué salir. Cuando venga le voy a llamar la atención".
  • "Papá, te lo pido por favor, no le fastidies el día, hoy ha hecho una fiesta y estaba feliz, no se lo fastidies... ¡por favor!".
  • "Ella tiene que tener unas responsabilidades. Y no se hace cargo".
  • "Eso, en parte, es culpa tuya. Tú eres su padre y le has permitido muchas cosas. Además, no es justo, ella es muy buena niña".
     Intento convencerle para que no le llame la atención, en un momento dado, mi hermana regresa y se une a nosotros. Mi padre no le dice nada y yo estoy más relajada, pero sigo tirada en el sofá. Nos quedamos solas y le pregunto a mi hermana si papá le ha llamado la atención. "Sí, pero yo ya te he visto muchas veces así y no sé qué hacer. Si estuviera en mis manos te ayudaría". "Supongo que te ha llamado la atención por whatsapp. No le hagas caso".- Le aconsejo esto último cuando me confirma mis sospechas. Comienza a dolerme la cabeza y los ojos me pican bastante...
     ...
     Al salir del ginecólogo, rápidamente me voy a comprar ese nuevo antibiótico. Voy a una segunda farmacia y al salir de allí, cruzo la carretera a sabiendas que los coches, a mi izquierda, están a lo lejos, parados detrás de un semáforo en rojo, pero no soy consciente de que a mi derecha hay un carril bus por el que en ese momento me avisa un conductor. Ante el susto, me doblo el dedo gordo de mi pie derecho al tropezarme con el separador de la vía. Después de pedir perdón al chófer con un "mea culpa" y saliendo de allí como alma que lleva el diablo, comienzo a cojear. Aquello duele bastante. A miércoles 22, el dedo gordo se me ha llenado de moradura, sin olvidarme del día que mi perro me hizo caer, que por alguna extraña razón, el moretón es más grande y lila...




viernes, 17 de mayo de 2013

Día 32: Cólicos y sorpresas

JUEVES 16 DE MAYO DE 2013:

     Escribo esto a las 3:17 horas de la madrugada. Sólo hace un momento, he recordado que mañana (hoy) viernes tenía cita con mi médico de cabecera para que me diera la baja/alta (no sé qué tocaba hoy, no obstante, yo hubiera pedido hoy el alta), y acabo de mirar en internet para confirmar la hora porque no la recordaba, y resulta que me la han cambiado para ¡el día 20!, de lo cual yo no tenía constancia. Así que he llamado al 24 horas y efectivamente lo tengo para el lunes (sé que tengo ginecólogo, pero no médico de cabecera). Lo que querido poner para mañana y el sistema ya no me deja, la única hora del lunes no me da margen para ir del ginecólogo hasta el ambulatorio, y la ¡siguiente cita sólo la puedo elegir para el jueves! ¿Cómo le digo a mis jefes que hasta el jueves sigo de baja? Se me cae la cara de vergüenza. ¡Ya tenía pensado ir a trabajar los fines de semana y en mis horas libres, para poder recuperar estos más de 30 días de baja!
     Hoy los cólicos han sido tan fuertes como cuando tenía la menstruación. Comenzaron a eso de las 12, pero yo pensé, si ya no tengo los miomas ni voy a tener la regla, cómo es posible que tenga cólicos... así que me dejé llevar. Entre mi hermana y yo hicimos el almuerzo, pero los dolores iban en aumento. A las dos de la tarde me tomé un ibuprofeno (que me calma) y comenzamos a hacer la comida. Aquello iba en aumento, empecé a llorar de los dolores y a encorvarme cada vez más. Me retorcía frente a la vitro, limpiaba la sartén mientras me retorcía de dolor. Mi hermana me pedia continuamente que me fuera, pero yo quería seguir allí. Logré sentarme y me agarré el estómago mientras 'taconeaba' impulsivamente llorando por los dolores: "¡Esto no! ¡Esto no! ¿Para qué he pasado la maldita operación? Si lo llego a saber no me hago nada?".- Maldigo ese momento en alto. Además, me duele horrores el brazo derecho tras la caída del miércoles. ¡Pero prefiero este diez mil veces a los cólicos! Sólo pienso en preguntarle el lunes al ginecólogo... Mi hermana y yo avanzamos la comida como podemos. Ya son las 3 de la tarde y aún no está terminado el almuerzo. Los dolores me han dado tregua... Paso toda la tarde sin necesidad de tomarme otro antiinflamatorio como antes.
     'Per se' la herida no me duele, a no ser que me roce con ella. Un simple gesto con mi mano o apoyarme en algo, me escuece. Me duele la espalda, de tanto arquearme hacia adelante, resumamos: de la insolación del domingo aún me escuecen los hombros, el golpe en el brazo derecho de la caída del miércoles, la mano izquierda abierta del mismo tropiezo, los cólicos y los roces en la herida. A pesar de todo, estoy bien, son nimiedades si me comparo (algo que odio) con gente que está peor que yo (niños en hospitales, enfermos terminales, etc.). ¡Estoy como una rosa! No tengo derecho a quejarme. Pero reconozco que estoy asustada por el tema del trabajo... por mi vuelta...

jueves, 16 de mayo de 2013

Día 31: Accidentes domésticos, los más comunes

MIÉRCOLES 15 DE MAYO DE 2013:

     Son las 23:30 y hace unos minutos que ha empezado a dolerme de nuevo el estómago. Pero no tan fuerte como ayer, que unos minutos más tarde tras tomarme el antiinflamatorio, se me quitó.
     Ayer me asusté... cuando me iba a la cama, me acordé de cerrar la comida de los perros, y cuando volvía uno de ellos se me cruzó y caí de bruces al suelo, en la misma azotea, donde mis tres perros hacen sus necesidades... Di un grito ahogado, sólo me acordé de mi herida. Una vez en el suelo, la hembra se quedó a mi lado y quien me hizo caer (mi favorito, todo hay que decirlo), se escondió en su caseta (probecito). Yo estaba aún tumbada en el suelo llorando, no sólo del dolor en la rodilla, sino más bien por el susto que me había dado, cuando mi padre apareció asustado, preguntándome qué me había ocurrido. Yo pensé: "Me gusta tumbarme de noche en un suelo meado y cagado todos los días mientras me lanzo por un cante jondo".- Reflexioné y le expliqué que uno de los perros me había hecho una 'zancadilla'. Miramos hacia la caseta y lo vimos de pie, dentro, moviendo la cola mientras él no nos quitaba ojo. La perra seguía a mi lado y me hacía mimos (me conquistó). Mi zapato izquierdo cubría mi pie de un líquido [sospechoso] que recorría una parte importante de la azotea, y mi padre había retirado un trozo de caca que casi rozaba mi espalda. Esta fue la coña del día...
     En el fragor de la situación, mi padre, visiblemente asustado, sobre todo porque el día anterior a su cumpleaños y fiesta sorpresa, esto es, el domingo pasado, se cayó saliendo de la ducha y se dio un buen golpe en la mano izquierda (afortunadamente para él, es diestro), que a fecha de hoy, el moretón le llega desde el codo hasta la muñeca, y la mano la tiene como una muñeca pepona, o como una de las Tres Gracias de Rubens (o las tres juntas, me atrevería a decir). Aparte del corte en la planta del pie... fue una buena caída... la de él, digo.
     Tras explicarle lo que había sucedido, lo segundo fue decirle que la 'herida no había sufrido', pero me dolía mucho la rodilla derecha (seguramente me saldría una equimosis, por eso de no repetir moretón, ¡vaya! lo he hecho) y algo la mano izquierda (justo la que hace unos años me rompí el hueso de la muñeca, y tuve que cargar, durante 3 meses, una escayola, que bien merece su propio blog por lo que pasé, pero eso, es agua pasada). Lo tercero, fue por su parte...: "Estaba en el baño y oí tu grito, he salido tal como estaba, con los pantalones bajado y el culo sin..." (prefiero obviar el comentario escatológico). Qué hice... reírme, reírnos.
     Mi padre intentó levantarme, pero con su mano dolorida, lo único que consiguió fue hacerse más daño. Di gracias a Dios por no haberme hecho daño en el estómago. Pero estaba tan asustada, que me senté en la cama temblando.
     Esta mañana, lo primero que hice, aparte de estar reventada a las 7 de la mañana e ir corriendo al baño, fue mirar mi moretón en la rodilla. Mi mano izquierda se me 'ha abierto' y me he puesto Trombocid y Reflex (de ésta una marca genérica). Lo mismo que hace mi padre con su mano, que ahora me puede ayudar menos, y para los pesos, llamamos a mi hermana. Aparte de la insolación del domingo, el hombro derecho me duele... así que hoy me he preocupado más de mis dolores tras mi caída de anoche, que de mi herida, que no me ha dado lata esta vez... algún que otro rozamiento con la ropa y/o mano y me escuece, pero nada grave.
     Son las 12 pasadas y los cólicos siguen ahí... aunque son más suaves.

     He de decir, que ningún animal sufrió maltrato ;) sólo una reprimenda, pero con esos ojitos de cordero degollado...

miércoles, 15 de mayo de 2013

Día 30: La histerectomía, ¿una estafa?

MARTES 14 DE MAYO DE 2013:

     Tengo náuseas y cólicos desde esta tarde. No he querido tomar ibuprofeno, pero es la una de la madrugada, y por mi experiencia cuando tenía la regla, me tomaré una (no dos como he hecho siempre), para poder dormir y no desvelarme con dolores. El título es porque yo pensé que quitándome el útero ya no sufriría más cólicos, esos dolores menstruales que me dejaban loca... pero es la segunda vez que me sucede desde la operación el 16 de abril. La primera, si no recuerdo mal, fue la semana pasada.
     En un momento dado, antes de almorzar, comienzan los cólicos. Empiezo a "taconear" mientras me retuerzo en la silla y me agarro el estómago. ¡Me dolía! Reconozco ese dolor. Es tan característico que no me está diciendo que algo me ha sentado mal, o es un simple virus de estómago... son cólicos, como si tuviera la regla. Asustada, miro mi ropa interior... sigue limpia... voy a la cocina con muy pocas ganas de comer, pero no tomo ibuprofeno... Poco a poco se va calmando, tanto los dolores como las náuseas...
     ¡Hoy me ha vuelto a pasar y casi a la misma hora! Es la primera entrada que escribo casi en el mismo día. Como he dicho, ya es la una pasada, así que oficialmente es miércoles 15 de mayo... (las entradas anteriores habían sido escritas días más tarde, forzando mi memoria para recordar la mayor parte de los detalles, a pesar de mi pésima memoria).
     Por WhatsApp he estado hablando hoy con una compañera del trabajo, quien hace años pasó por lo mismo. Me había dicho que a los 28 días ya estaba trabajando, y hoy me dice que me 'mintió' porque sabe cómo soy para el trabajo y no quería agobiarme, que había estado 45 días de baja. Se lo perdono porque es ella ;) Además, le comenté lo de los cólicos y me dijo ¡que era normal! Me he sentido estafada y le escribo:
  • "Ahora mismo me empiezan los cólicos de nuevo, y me miro continuamente las bragas por si he manchado. No quiero cólicos!!!!!! Yo era feliz pensando que no seguiría teniéndolos... Si lo llego a saber no me opero...!!!!!!!!".
  • "Estás equivocada. Cada año serán menos. Pero tú eres muy joven".- Me responde por escrito.
  • "¿Cuando tiempo tardaste en dejar de tener dolores, recuerdas????".- Le pregunto.
  • "90 días".- Me consuela saber que en agosto estaré mejor (aunque no me vaya de vacaciones).
     Me asusta cuando me pregunta si 'los puntos me tiran' porque seguirán haciéndolo, a lo que yo le contesto: "¿Cómo????? No me estés asustando que ya pasé por eso. A estas alturas, más dolores??????". Ella me responde: "Se va todo colocando y sientes falta de elasticidad". Le pregunto por su experiencia, y tal como me han contado otras personas, al igual que el ginecólogo, dice que mi vida dará un gran cambio a mejor. Las personas con las que he hablado (mujeres que bien se lo han hecho, mi ginecólogo y maridos de mujeres con histerectomía, da igual las edades) dicen que es maravilloso cómo cambia la vida... Estoy deseando que llegue, porque de momento, ¡esto duele! Y ya son 30 días. Lógicamente no es el mismo dolor que las primeras 3 semanas... pero los cólicos de hoy (son las 2 de la madrugada y sigo con ellos) me tiene asustada... porque era una de las cosas que quería quitarme de encima. Aparte de no querer tener hijos (eso, ahora..., lo sé, soy consciente).
     Hoy he ido a recoger mi biopsia (me habían llamado hacía tiempo), no he leído nada fuera de lo común, es decir, nada que no hubiera leído en mi alta, así que [desgraciadamente] está todo bien. También me han dado cita para mi ginecólogo, el mismo que me operó y que me visitaba todos los días a eso de las 6:30 horas de la mañana... ;) Será el lunes... veremos qué me dice... también le haré algunas preguntas, lo de los cólicos no me gusta... pero no he manchado aún... como él decía que haría... Casualmente esta mañana le decía a mi padre (jamás había hablado de estos temas con él, cuando tenía cólicos, siempre le decía que era por 'eso', por lo que me da todos los meses...) que estaba muy contenta porque ha pasado el mes y no he tenido la regla ni dolores (salvo el pequeño momento de la semana pasada)... pero que no será abuelo... (aunque no se lo he dicho bajo ningún signo de tristeza). 
     Sé que hay muchas mujeres que están amargadas, deprimidas, porque se les practica una histerectomía y deseaban tener hijos. No tengo palabras para ellas, sólo pienso que debería pasarle a esas personas que realmente desean no tener hijos, es decir, yo me ofrecería a quitarme el útero si eso significa que otra mujer, quien desea tener hijos pero hay que practicarle una extracción de la matriz, no tuviera que pasar por ello. Lo siento tanto por ellas... Fue el mismo comentario que le hice al ginecólogo. Qué ironía, cuando me dijo que probablemente me quitaría el útero, y lo primero que hice fue alegrarme para contestarle que era una vanalidad por mi parte... porque hay mujeres que quieren tener hijos, y no pueden... Sin embargo, el ginecólogo también me comentó que intentaría no tocar la matriz, no obstante, que pensara mi decisión con tranquilidad. Ese mismo día me metí en un foro y comenté mi situación. Todas las respuestas fueran las mismas: NO TE QUITES EL ÚTERO, TE ARREPENTIRÁS. Pero cuando entré en el quirófano, quise hablar con el ginecólogo para decirle que pasara lo que pasara (estuviera bien o mal 'eso ahí dentro'), me quitara la matriz... pero nadie me preguntó en ese momento. Al día siguiente me decía el ginecólogo que me había dejado un minúsculo trozo de matriz (que por eso seguiría sangrando algo) y el ovario derecho, que se encontraba pegado a mi vejiga), que por cierto... la parte que más me duele de mi herida, es la derecha: "Claro, te han quitado el ovario izquierdo y te han manipulado el ovario derecho, que es el que conservas".- Me dijo un familiar. Pero ahora que caigo, cuando María, la compañera a la que le extrajeron ambos ovarios, me llamó la semana pasada, me dijo que le tiraba mucho de la zona derecha... Algo no me cuadra...
     Anoche volví a ponerme boca abajo en la cama mientras hacía unos crucigramas. Me tiraba de la herida y no estaba cómoda, pero aguanté. El domingo hubo fiesta sorpresa para mi padre en casa de mi abuela paterna (que en paz descanse, parece mentira, ya hace un mes que nos dejó) y resulta que he cogido insolación (para las pocas veces que me pongo una blusa sin mangas). Así que no puedo dormir de lado (principalmente por mi diestra) y tampoco hacia abajo por la herida... Duermo hacia arriba (cuando me falta la respiración me desvelo y me giro hacia mi izquierda), y sigo yendo mucho al baño, como antes... Reconozco que intenté dormir boca abajo, con los pies rectos... la herida me tiraba y tuve que cambiar de postura, así que dejé estirada una de mis piernas y contraje la otra... me dolió menos, pero no aguanto mucho...
     Ni un sólo día he dejado de ponerme rosa mosqueta, ahora tengo el aceite de Mercadona. Es más incómodo que la crema, porque es muy pringoso y no controlo muy bien dónde he puesto y si he cubierto bien la herida, con la crema se veía blanco... Así que en cuanto se me termine, volveré a comprar la rosa mosqueta en crema. Betadine tampoco falta, de 50 ml, de toda la vida (que a veces la usaba en mi adolescencia para hacer creer que me había hecho sangre... cosas de la adolescencia). Me lo aplico por las tardes, lo otro, por las mañanas. El sábado fui a una tienda de chinos para comprar bragas faja y encontré unas bragas para embarazadas de 9 meses, he comprado 3 porque eran 1,50 euros cada una y la cosa no está para gastar más. Cuando salga a la calle, que no es mucho, me la pongo y así evito 'la cura' tan aparatosa que me creaba yo en mi casa. Y aquí, unas normales...
     Mi tía, la hermana de mi padre, quien se quedó algunas noches en el hospital, me dio la solución jabonosa de Betadine. Aún no la he usado porque he visto la fecha y creo que caducó en 2012, pero no sabía que existía. No obstante, la enfermera me dijo que con agua y jabón era suficiente para lavarme la herida.                                                                                                                                                                                      

Día 22: Continúa mi baja

LUNES 6 DE MAYO DE 2013:

     No me he despistado, no aparecen los días anteriores a este lunes porque son todos iguales. Me despierto temprano, me tomo las pastillas para los dolores, como (como, y sigo comiendo), no puedo hacer ejercicio, no puedo levantar peso, camino encorvada y la espalda me duele.
     Mi segunda y siguientes aplicaciones de rosa mosqueta han sido muy distintas a la primera, que me hice algo de daño. Lo que hago es coger un poco con el dedo (más bien rebañar porque ya casi no me queda y era un bote pequeñito) y extenderlo en las palmas de mis manos, para luego aplicarlo a la herida. Coloco ambas manos en el centro de la herida y las voy alejando una de la otra, a lo largo de la cicatriz, y así unas pocas veces.
     Desde que hablé con María también me pongo Betadine, pero esto, por la tarde noche. Sigo sin las bragas fajas, así que mi ropa interior me hace algo de roce. Estoy pendiente de salir un momento (cosa que no me apetece en absoluto), para poder comprarlas... pero me da mucha pereza, mi ropa me hace mucho más daño (básicamente se compone de pantalones vaqueros).
     Hoy he tenido que ir a recoger mi baja por la mañana. El vaquero me lo he dejado abierto, un poco se subido la cremallera para que no se me cayera. Le he dicho a mi doctora lo de la espalda, la somnolencia y el daño que me hace la herida (insisto, nada comparado con el principio, lógicamente, pero el roce que escuece). Pero como quien oye llover... Lo único que hace es cambiarme Alapryl por otro medicamento, ya que éste ha dejado de comercializarse. Le gustaría que siguiera tomando esta medicina e intenta buscarme uno similar, aunque no lo encuentra, me habla de uno del que sí he oído hablar por otras personas que he conocido con depresión: Lexatin.
     Como la tarde la tenía ocupada con otra cita, he aprovechado para ir a una farmacia y comprar algodón en rollo, esparadrapo y gasas (mi padre ya me había comprado estos dos últimos productos, más el Betadine y el aceite de rosa mosqueta que encontró en Mercadona).
     Pues lo dicho, tenía una cita. He ido, por primera vez, a un psiquiatra (el mismo que me recomendó Pilar en el centro médico, la señora operada de la rodilla). Me esperaba otra cosa, que me sentara en un diván, que yo llorara amargamente y él me ofreciera pañuelos de papel, que yo me desahogara contándole toda mi vida y él me diagnosticara, etc. Fui porque no es normal que yo no quisiera salir de la anestesia... se puede decir, que ya no llamo a la muerte, sino que estoy en un punto en el que simplemente la espero...
     El psiquiatra, casualmente muy cerca de mi trabajo, es un señor muy mayor, tranquilo en todos los aspectos. Tiene a otra persona (me niego a utilizar la palabra paciente) en su despacho y me hace ir a una sala en la que sólo estoy yo, acompañada de más sillas y una mesita con una revista de economía que devoro durante mi espera (unos 5 ó 10 minutos y he sido muy puntual).
     Entro a su despacho, me llama la atención que no tenga ordenador... ni diván. Su mesa y dos 'confidentes' (en una de ellas me siento). En la pared, varios títulos. Detrás de mí un mueble o archivador. Es de la vieja escuela... utiliza fichas. Pero en su mesa tiene dos libros, uno de ellos es Windows para torpe. También tiene "La Ley de Murphy", un vademecum y otros pocos libros sobre medicina y su especialidad. Me noto nerviosa. No sudo, pero juego mucho con los dedos de mis manos, que escondo debajo de su mesa.
     Me pide otros cinco minutos mientras me hace esperar en su despacho... Creo que está almorzando, Ya son las 5 y cuarto de la tarde. Se sienta en su mesa y me pregunta qué me ocurre, no sé cómo empezar, así que le resumo mi estado actual: "No valoro en absoluto mi vida. Necesito autoestima. Sé que con ella la vida me gustará más". Hace un ruido muy extraño con su boca... todo el tiempo. Me pregunta mis datos personales y los escribe en una de sus fichas. Me hace unas pocas preguntas y soy capaz de contestarle sin echarme a llorar (incluso le menciono esta curiosidad en mí): "No sé si es gracias a los antidepresivos que estoy tomando desde principios de este año". Contesto a sus preguntas, algunas me cuesta dar respuesta porque nunca me he fijado con detenimiento. Me llama la atención que me pregunte si tengo la sensación de que la gente de la calle está en contra de mí... Con mucha tranquilidad pero sorpresa ante su pregunta, le dijo que ¡no! Ni oigo voces, ni pienso que haya una conspiración contra mí.
     Me pregunta si suele dolerme la cabeza, si soy muy olvidadiza y despistada en el trabajo. A todo le digo que sí. Comienza a hablarme de los distintos tipos de depresión. Me diagnostica una depresión (y no recuerdo qué palabra le sigue) arrastrada desde los 8 ó 10 años. Y se sorprende que mis padres nunca se hayan dado cuenta. Sigue hablándome con un tono de voz muy pausado, y su ruidito de la boca tragando saliva y mojándose los labios, mientras escribe en su ficha. Y mientras lo hace, yo no le hablo, me da corte interrumpirle.
     Me modifica los antidepresivos recomendados por mi doctor y me añade Paroxetina y Largactil, aparte de Lexatin. Estamos hora y media en su consulta y me pregunta si quiere que me vea un mes más tarde. Me dice también que no me recomienda terapia (en mi caso le parece una estafa), sino medicación. No tengo trastorno bipolar, ni esquizofrenia... únicamente depresión causada por mi falta de autoestima.

lunes, 13 de mayo de 2013

Día 16: La llamada de María

MARTES 30 DE ABRIL DE 2013:

     Mis noches siguen siendo como siempre: vueltas y más vueltas, pesadillas e insomnio... pero duermo mejor en la azotea que en mi propia habitación, a pesar de esto... Como el colchón es de goma espuma, se me clava las tablas de madera del sofá cama donde estoy durmiendo, pero tengo un inquietante sentimiento de paz...
     Los dolores ya no son tan fuertes, pero no consigo dormir boca abajo. Y cuando decido hacerlo de lado, la herida me escuece.
     Hoy ha sido el primer día que me he aplicado rosa mosqueta, y me ha dolido, aparte de que ha sido una sensación desagradable tocar la herida, incluso me ha dado la sensación de que aún me quedaban grapas... He mirado nuevamente y en los lados es como si las grapas estuvieran por dentro, grabándome la piel. La enfermera me comentó lo de la crema pero con la intención de que me aplicara muy poco, nada de embadurnarme. Parece que no le atendí y lo primero que hice fue aplicarme muchísima crema... por error o conscientemente. Me dolió. Me lo aplico por la mañana, desde que me levanto. Afortunadamente tenía un bote pequeño en casa de la marca Babaria (recuerdo que lo vi en una farmacia, y al ser testigo de lo que había conseguido en la mano de una amiga cuando tuvimos un accidente de tráfico y se quemó con el airbag, decidí comprarlo).
     Hace unos años me cuidaba más, lo justo. Compraba cremas pero nunca las terminaba, y fue lo que me pasó con este pequeño botecito de cristal, sólo me aguantaría unos pocos días, luego tendría que comprar más rosa mosqueta, pero no es un producto barato. Aunque tampoco me interesa que siga la cicatriz que tengo debajo de mi abdomen. Es como la sonrisa del Joker. Aparte de los puntitos rojos que han quedado encima y por debajo de esa jocosa cicatriz.
     Por sorpresa, hoy recibí la llamada de mi compañera María, mi compañera del centro médico y a quien le habían extirpado los dos ovarios. Pensé que no quería saber nada de mí, incluso lo comenté con Pilar, la señora de la prótesis en la rodilla. "¡Te escribí un mensaje a tu móvil, cuando te hice la llamada perdida porque no lo encontrabas... Y pensé que ese podría ser tu número... diciéndote que habían encontrado tu pendiente y que yo se lo había dejado al enfermero!". "Sí, leí el mensaje". "Lo menos que podías haber hecho era responder con un gracias".- Fue lo primero que pensé cuando oí su respuesta. "Pero te llamaba para agradecértelo y nunca cogías el teléfono". "Pues no he visto ninguna llamada de móvil desconocido".- Yo seguía pinchando. Luego recordé que hacía unos días había visto un número de móvil que no conocía, y también es cierto que el móvil lo tenía siempre en silencio... 
  • "¡Cómo me tira la herida!".- Se queja María. "Yo mejoré antes que tú, pero la herida me está dando la lata, me duele mucho. Mi hermana me aplica Betadine. ¿Cómo lo llevas tú?".- Me pregunta. 
  • "Pues igual que tú. Yo no me aplico Betadine, no lo había pensado, tampoco me lo habían dicho. Rosa mosqueta es lo que me pongo tal como me comentó la enfermera, por si no quiero que se me queda marca".
  • "Tú sabes que mi hermano es médico y es lo que me recomendó. También uso una especie de faja braga. ¿Te quitaron todas las grapas? A mí sólo una parte".
  • "Sí. Precisamente ayer. ¿A ti no?".- Le dije.
  • "No. Pero cómo me duele. Tú te has curado más rápido que yo".- Vuelve a repetir.
  • "Pero yo lo pasé peor. Además, tú eres una mujer fuerte. Después de la operación ya estabas en pie e hiciste los ejercicios antes que yo, sobre todo lo de ir al baño".
     Obviamente, la conversación fue más o menos así... huelga decir. Ese mismo día me llamó Pilar, y le comenté que había hablado con María. Suspiré tranquilamente porque pensé que ésta se había molestado por algo.
     Me subo por las paredes. No por estar encerrada en casa, que es lo normal en mí, sino por no poder hacer casi nada, así que la mayoría de los días le hago el almuerzo a mi padre y hermana. De vez en cuando soy una inconsciente y cojo algo de peso... me doy cuenta cuando levanto algo pesado y me tira de la herida... Con respecto al trabajo, me siento incómoda estar tanto tiempo de baja, pero a pesar de la llamada de atención de uno de mis jefes, ya estoy tranquila porque el fin de semana conseguí hacer lo que tanto me torturaba psicológicamente hablando (respecto a mi trabajo), porque me había ido sin haberlo terminado. Pero desde entonces, ya no he vuelto...

martes, 7 de mayo de 2013

Día 15: ¡Fuera grapas!

LUNES 29 DE ABRIL DE 2013:

     Para quitarme las grapas, la enfermera me había dado dos opciones: bien a las 10:15 horas, o  bien a lo largo de la mañana, ya que ese día tenía guardia, lo que supondría que me podría atender en cualquier momento. Tras vacilar, finalmente había elegido a las 10:15. Cogí el transporte público, fue algo incómodo porque me tocó ir de pie y aquello hacía algo de daño.
     Cuando llegué al centro médico, por el pasillo me topé con la enfermera, pero no me vio. Iba acompañada de otra paciente. A eso de las 10, salió mi médico de cabecera haciendo lista. "¿Te toca hoy conmigo?".- Me mira a través de sus gafas sostenidas por su tabique nasal. "Hoy no, me quitan las grapas, y estoy muerta de miedo". "¡Eso no duele! Lo peor ya lo has pasado, que fue la semana pasada". Aún así, no consigue tranquilizarme.
     La enfermera es algo puntual y me recibe a eso de las 10:15 aproximadamente. Cuando voy a pasar a su consulta me dice que me ve mejor cara que la última vez... Yo me encuentro igual. Me pide unos minutos para ir a recoger el guitagrapas (cuando oigo la palabrita, más nerviosa me pongo, ya que he estado toda la semana pensando en que alguien, con mucha mala leche, me las arrancaba con un quitagrapas). "Déjame entonces ir al baño antes, - le pido - no he ido porque quería que supieras que ya estaba aquí. Me topé contigo en el pasillo, pero tú no me viste".
     Cuando vuelvo del baño, coincidimos en la puerta. "¿Y el quitagrapas?".- Le pregunto, ya que no le veo con ningún instrumental. Ella me sonrío y me señala su bolsillo. "Lo tengo aquí, yo ya estoy preparada". "¿Tan pequeñito es?".
     La enfermera me pide que me tumbe en la camilla, lo hago tal como ella me enseñó días atrás. Me bajo los pantalones y dejo al descubierto la herida con la cura que ella me había hecho: "Respira profundamente".- Con esta frase me pongo más nerviosa. Me arranca el esparadrapo con cuidado, pero consigue hacerme un poco de daño y me retuerzo algo en la camilla, soltando un pequeño quejido.
     "Empezaré a quitarte las grapas, verás como no te duele. Dime, ¿estás leyendo algo?".- Su intención era que yo pensara en otra cosa. Me quita la primera grapa y me pregunta si me ha dolido. "He sentido un débil pinchazo, como si fuera un alfiler, pero no ha sido doloroso". "Tienes que relajarte. Sigamos hablando de otras cosas". Y así fue... cada grapa que me quitaba, prácticamente no sentía nada, sólo un pequeñísimo pinchazo de alfiler, pero nada que me hiciera retorcerme de dolor. Ni siquiera un breve lamento... No obstante, estaba algo tensa y sudaba un poco. Hacía unos días, la enfermera me había advertido que me dolería tanto como cuando me lo pusieron... No es así al 100%, ya que me anestesiaron completamente y no me enteré absolutamente de nada, aquí notaba leves pinchazos de aguja. Aún así, agradecí que fuera de esa manera, después de haber hecho conjeturas [equivocadas].
     Las grapas las puso encima de una gasa y le pedí que me las enseñara, pensé que me daría un vahído (aunque en mi vida me he desmayado, y menos por sangre). Eran pequeñísimas, yo me las esperaba mucho más grandes. Entonces me envalentoné y le pedí ver el quitagrapas. Me sorprendió su tamaño tan minúsculo (la parte que quita las grapas). Y me acordé del que uso en el trabajo, por eso estaba asustada. "¿Las quieres conservar?".- Me preguntó la enfermera mientras me ofrecía guardarme las grapas. "¡No! ¿Para qué quiero yo eso?".- Después de pensármelo unas milésimas de segundos, le dije que sí, pero que no pensara que era una friqui. "Verás como ahora te tira menos la herida".
     Fue rápido y casi indoloro, una vez en la parada del autobús, le envié un SMS a mi amiga: "Tenías toda la razón, no ha dolido".
     La herida hacía días que había dejado de tirarme, aún me dolía dormir de lado, y boca abajo no me atrevía.
     Recibí un mensaje de uno de mis jefes llamándome la atención por haber ido a trabajar el fin de semana. Reconozco que por el tono me hizo llorar. Así que le respondí que me perdonara, que no lo volvería a hacer, pero que no entendía por qué me decía lo que me estaba diciendo si había indicado todos y cada uno de los expedientes que yo había tocado. Además, no recibí mensaje del resto de mis jefes, salvo que por error me habían pagado dos veces la nómina, y que hablara con mi banco para que lo devolviera. Cosa que hice en ese mismo momento.
     El día siguió como el resto, algún que otro dolor, cólicos sobre todo. Sueño, mucho sueño como todos los días y en casa las siguientes horas hasta el día siguiente.

sábado, 4 de mayo de 2013

Día 14: De nuevo al trabajo

DOMINGO 28 DE ABRIL DE 2013:

     5.30 horas de la mañana. Duermo 10 minutos más. Cuando me pongo el pantalón vaquero, me hace daño en la herida y me lo dejo abierto, me subo un poco la cremallera porque se me cae, así iré por la calle. Media hora más tarde, ya estoy en la parada del autobús, justo cuando viene uno de ellos. Llego al trabajo a las 6:30 horas. Estoy espabilada, no tengo sueño, pero me duele algo la herida. La mañana anterior ya había adelantado algo, así que lo tomo con muchas ganas.
     Finalmente consigo deshacerme de lo que no me dejaba dormir, lo que más preocupada me tenía. No puedo hacer llamadas, así que dejo los expedientes a mis jefes con unos post-it. Espero que las hagan por mí. Son algo más de las 12 y estoy realmente cansada y un poco dolorida. Llamo a mi padre y le pregunto dónde se encuentra y si tiene intención de hacer lo que me había dicho el sábado: comer fuera, en un restaurante. 
     "¿Fueron a comer churros finalmente?".- Le pregunto. Fue otra idea que había tenido el sábado. Le dije que sin ningún problema, pero que me dejara en la calle para ir al trabajo. Como se negó, no fui con ellos. Pero finalmente desayunaron en casa. "Yo ya he terminado. Es temprano, pero como vine a eso de las 6, me ha dado tiempo de hacer lo que me faltaba. Ahora descansaré tranquila. Ya he hecho lo que tenía que hacer".- Le confieso. 
     Mi padre me pide que le dé media hora para prepararse y llegar, pero realmente no quiero seguir trabajando, así que me dedico a arreglar algún que otro problema informático. En ese momento me llama al móvil una de mis amigas del instituto. Ya no tenemos tanto contacto como antes, pero las pocas veces que nos llamamos, es como si no hubiera pasado el tiempo. 
     Se ha enterado de mi operación, su abuela también acababa de fallecer, una o dos semanas antes que la mía. Pero no me reprocha nada. Le digo que el lunes me quitan las grapas y que estoy muerta de miedo por el dolor: "Verás que no te duele,amiga. A mí me hicieron la cesárea y el día que me quitaron las grapas sólo sentí pequeños pinchazos".- Intenta tranquilizarme. "Si me duele o no te envío un mensaje". Estamos media hora hablando. Por lo visto, mi padre ha intentado ponerse en contacto conmigo para decirme que está llegando junto con mi hermana.
     Cuando llego al coche, ambos me comentan que me ven algo menos encorvada que al principio... en la calle tengo que disimular.
     Mi padre se dirige al restaurante, muy cerca de un mercadillo, con quien coincidimos con mi hermano, mi sobrino y la madre de éste. Gracias a ellos tenemos un aparcamiento libre, ya que está todo ocupado. Mi padre intenta coger los baches suavemente, porque me hacen daño.
     Se trata de un buffet. Está a reventar y tengo miedo de que me hagan daño en el estómago, incluso tengo que hacer cola para coger la comida. Los jubilados llenan el local. De lo que hay no me gusta la mayoría, así que ensalada, chorizo, paella y poco más. Y el postre... No obstante, ¡me lleno tanto que mi barriga parece que va a estallar! Mi hermana siente lo mismo. En dos ocasiones intento estornudar y lo paso realmente mal. Aún me duele la herida cuando estornudo. Y sigo sin poder toser. Sólo consigo reírme (no a carcajadas) mientras me agarro la tripa.
     Llegamos a casa y lo primero que hago es dormir, tengo tanto sueño... Unas horas más tarde, cuando me despierto, es casi la hora de la cena, pero no como nada, tengo un poco de náuseas. Terminamos la noche viendo una película.

viernes, 3 de mayo de 2013

Día 13: Necesito ir a trabajar

SÁBADO 27 DE ABRIL DE 2013:

     La alarma de mi móvil suena a las 5:30 horas. Duermo unos 10 minutos más y vuelve a sonar. La desactivo, estoy muy cansada. "Ya iré el 1 de mayo, que no va nadie a trabajar".- Pienso. Me levanto unas cuatro horas más tarde y me voy a desayunar. Mientras lo hago, me remuerde la conciencia y no lo puedo evitar. Me voy a mi habitación y me preparo para ir a mi trabajo.
     Llego al trabajo a las 10:30 horas aproximadamente y enciendo los ordenadores. No es conveniente que levante peso, pero por inercia lo hago en ocasiones. Conforme pasan las horas, me duele la herida. El joven que me sustituye sólo hace una parte de lo que yo hago diariamente. Durante mi hospitalización, uno de mis jefes me confiesa que han tenido que desconectar el teléfono.
     Mi intención de ir a trabajar es porque he dejado llamadas por hacer, sobre todo. Pero no hago ninguna y me dedico a recoger los expedientes que mis jefes han estado dejando en dos baldas que yo misma preparé para que los pusieran allí hasta que yo regresara. Cada expediente que muevo, lo indico en una lista que les preparé antes de irme. Además, los remarco en amarillo. Hay más de 100 correos electrónicos, pero no sé cuáles han sido leídos y cuáles no. Me veo cada vez más agobiada,  porque hay mucho, a pesar de que están intentando sacar lo más urgente... En ningún momento mis jefes me han pedido que vuelva lo antes posible, sólo cuando esté recuperada o me den el alta.
     Le envío un mensaje a mi padre: "Haz el curry. Coman ustedes". Avanzada la mañana, mi padre me llama al móvil: "¿Estás trabajando? ¡Estás de baja! ¡A tus jefes les puede caer una buena multa por estar tú trabajando".- No hace falta que se lo confirme, pero lo hago y le pido que me deje en paz "hoy es sábado, no viene nadie, además, no voy a poner en una aprieto a mis jefes". No puedo estar tranquila en casa sabiendo que tengo trabajo pendiente. Me llama la atención, pero no consigue convencerme para que me vaya.
     Continuo con el trabajo, avanzo bastante, pero no lo suficiente. No consigo quitarme de encima lo que tanto me desvela. No consigo priorizar. Cada vez me duele más el estómago, la herida, no lo sé. Tengo desabrochado el pantalón por completo, pero me duele y me deja más encorvada.
     Casi es mediodía y por allí no ha pasado nadie. Mi padre vuelve a llamarme: "Estoy cerca de tu trabajo. Si quieres pasarte por aquí te llevo a casa". "No, aún me queda mucho. Me quedo".- Le digo. Pero cada vez me duele más, así que un rato más tarde le llamo y le pregunto dónde se encuentra. Sigue cerca de mi trabajo. Intranquila por todo lo que me queda, me voy del trabajo, con la intención de volver al día siguiente.
     Mi padre vuelve a llamarme la atención cuando me recoge en su coche. Me cuesta subir en él. Cerca de casa, nos tropezamos con mi hermano, su hijo y su novia. Mi hermana ya está comiendo. Mi padre ha utilizado la carne picada que yo había comprado para la lasaña por si se ponía mala. Hace poco aprendió a hacer albóndigas turcas y yo siempre había estado a dieta. Pero hoy no. Comí  tres, ¡estaban buenas!
     Me duele la herida. Después de comer me voy a dormir, estoy cansada. Recuerdo que me despierto unas horas más tarde, pero no sé qué más hice... Mañana, para aprovechar mejor el día, sí pienso levantarme a las 5 y media para ir a trabajar...

Día 12: Continúa mi baja médica

VIERNES 26 DE ABRIL DE 2013:

     Tengo cita con mi médico de cabecera para que me entregue la baja. Mi padre se ofrece para recogerla, pero como yo soy "brutita", voy yo. Cuando llego al centro médico, hay un cartelito en la puerta indicando que será otro médico quien sustituya a nuestra doctora. Llego mucho antes de mi hora (todos sabemos como funciona esto de la Seguridad Social).
     El médico sale de su consulta y con un papel en la mano comienza a decir nombres. "Usted va detrás de este joven".- Me indica cuando dice mi nombre. Es muy seco.
     Afortunadamente los pacientes salen rápidos de la consulta (durante mi turno, pienso que para rápido el médico). Esta vez no espero mucho y casi entro a mi hora. "Buenos días. Lo mío es fácil y rapidito. Vengo a recoger mi baja".- Le digo a un médico que ni siquiera me mira. Busca mi expediente en el ordenador y me dice que pida nueva cita para la semana siguiente. "He traído el alta médica. La doctora me dijo que la trajera cuando me la dieran".- Le digo algo asustada ante su falta de tacto. "¡No! Eso a su médico. Pida cita la semana que viene".- Me repite con vehemencia mientras se despide de mí.
     Vuelvo a acercarme al supermercado que se encuentra frente a la parada de autobús y compro ingredientes para hacer una lasaña. La lata de tomate es lo que más pesa. No compro mucho por si acaso. Le digo mis intenciones a mi padre, él tenía intención de hacer pollo al curry, pero la lasaña le parece buena idea. Aunque empiezo a arrepentirme. Tengo intención de ir a trabajar mañana sábado, pero sin decirle nada a nadie, y con todo lo que voy a encontrarme, no creo que me dé tiempo de preparar la comida.
     Salvo la cita de la mañana en el centro médico, el día sigue igual. Cada vez camino menos encorvada, pero me duele. No puedo con los gases, de vez en cuando me llegan dolores fortísimos.
     Por la noche, a eso de las 10 u 11 de la noche, me voy a la cama (en la azotea), preparo la alarma del móvil a las 5 y media de la mañana. Mi hermana, desde su habitación, me pregunta si ya estoy en la cama y se extraña. Le digo que estoy cansada, pero no le cuento mis intenciones.

Día 11: Sin novedades

JUEVES 25 DE ABRIL DE 2013:

     De baja en mi casa. Aburrida. Me levanto temprano (por lo menos para mí lo es), a eso de las 8 ó 9. Desde las 7 ya mi vejiga me obliga acudir al servicio. Me levanto tal como me ha indicado la enfermera, pero casi ya no me hace falta, algún que otro tirón me da, pero es soportable. Lo que no paran son los cólicos, no obstante, sigo con el hinojo. 
     Veo la tele mientras sigo frente al ordenador. No obstante, sigo aburrida. Preparo la comida, mi padre y mi hermana están a punto de llegar. Comemos juntos. Vuelvo al ordenador. 
     Sigo yendo bastante al baño para orinar... pensé que era algo que dejaría de pasarme. La cabeza me dolía en el hospital, pero ya no, de vez en cuando, al despertarme, un pequeño dolor asoma, pero pronto se quita cuando me levanto. Estoy asustada, una migraña ahora no, por favor.
     Como todos los días, no consigo aguantar y me voy a dormir, a veces a las 3 de la tarde, otras veces desde las 5. Duermo entre 2 y 4 horas... ¡me fastidia! Y luego por la noche tampoco aguanto mucho.
     Como todos los jueves, mi hermana y yo vemos "The Walking Dead". Cada vez está más interesante, pero ya mi hermana sabe lo que ocurrirá y juega conmigo al despiste... Termina la serie y nos vamos a dormir.

jueves, 2 de mayo de 2013

Día 10: Primera cura fuera del hospital

MIÉRCOLES 24 DE ABRIL DE 2013:

     Como no se me pudo dar cita el día de ayer (una semana después de la intervención tal como me dijo el ginecólogo), acepté al día siguiente a eso de las 14:40 horas. Tenía pensado en ir yo sola en transporte público, pero mi padre se ofreció.
     Como siempre, una noche normal, con mis desvelos, mis pesadillas, etc. Seguía doliéndome el estómago, tanto los cólicos como las grapas. Me levantaba de la cama a sabiendas de que unos segundos más tarde iba a gritar de dolor... pero cada vez menos. Ya no me estiraba tanto la piel. Además, había conseguido dormir de lado (algo que ansiaba), a pesar de que seguía doliéndome la intervención, debía buscar la posición adecuada. Lo que aún no podía hacer era dormir boca abajo, otra de mis posturas más cómodas. Ni siquiera lo había intentado, por si acaso...
     A las dos de la tarde ya me encontraba en el centro médico. Me costó lo mío salir del coche... Subí en ascensor a la primera planta (las escaleras las evité) y me quedé un rato de pie tras dar las buenas tardes a quienes se encontraban esperando para entrar, bien con la doctora, bien con la enfermera. No oí respuesta. Como sabía que iba a tardar aquello, me senté como pude... agarrándome el estómago.
     La enfermera salió de su consulta y dijo mi nombre. Entré con su permiso y preferí quedarme de pie, detrás de una silla, medio encorvada mientras me agarraba la tripa. Mi bolso descansaba en una de las sillas. "Quédate como tú prefieras y estés más cómoda".- Me dijo la joven. Sólo hacía unos meses que había cambiado de centro médico. Estoy muy contenta, salvo por lo que tardan en atender, porque escuchan mucho... pero eso es bueno para el paciente..., pero no para los que esperamos.
     Con la enfermera había comenzado una dieta personalizada de 1.700 calorías hacía dos o tres meses aproximadamente. Me hizo subir a la báscula pero me quedé un poco encorvada hacia adelante. No conseguía estirar mi cuerpo. ¡Cuánto me dolía la espalda!
     Le mostré el alta y cuando terminó de leerla me dijo que aún podía seguir teniendo hijos... Casi me desmayo... "No me refiero tenerlos tú físicamente, sino que como sigues manteniendo un ovario...". "Como una especie de vientre de alquiler".- Le corté. "Llámalo como quieras. Pero nunca se sabe, ahora no quieres tener hijos, pero ¿y más adelante? ¿Quién sabe?". Con mis palabras le dije a la enfermera lo que me había dicho el ginecólogo (al menos lo que yo le había entendido cuando le pregunté qué me había hecho): "¿Te acuerdas que iba mucho al baño? ¡Ahora ya no tanto! Estoy muy contenta. Voy de 2 a 3 veces a orinar. Y yo antes podía ir hasta 20 veces en una mañana, como conté en una ocasión. O despertarme durante la madrugada porque me estaba reventando...". "Es una buena noticia. Me alegro mucho por ti".- Se congratulaba la enfermera. "Le pregunté al ginecólogo qué había encontrado ahí dentro. Me dijo que me había tenido que extirpar la mayor parte del útero, que me había dejado un trocito, lo que significa que podía seguir sangrando un poco mensualmente. Que uno de los ovarios estaba enquistado y fue el que eliminó. Además, obstruía los intestinos. Y que el otro, el sano, estaba pegado a la vejiga, que probablemente esa fuera la razón por la que iba tanto al baño".- Continué diciéndole, ella me miraba y sonreía. Cuando hablé con el ginecólogo de esto, lo segundo que le pregunté fue: "Pero no voy a poder tener hijos, ¿verdad?".- Quedé aliviada cuando el licenciado me sonrió y dijo que no con la cabeza.
     Le dije que lo primero que había hecho después de salir del hospital, había sido pesarme, y que mi pesa indicaba ¡6 kilos menos! Pero no recordaba que el ginecólogo me había dicho que lo que me había extraído pesaba entre 1 kilo y un kilo y medio. No obstante, cuando me pesó la enfermera, de esos 6 kilos, había recuperado dos. ¡Cuánta decepción!

  • "¿Vienes a quitarte las grapas?".- Me preguntó.
  • "¡No! El ginecólogo me dijo que me hiciera la cura, que pidiera una semana más tarde después de la operación".- Le contesté sorprendida.
  • "¡Qué raro! ¿Y quien te ha estado haciendo las curas desde tu alta?"
  • "¡Nadie!, tengo la misma cura desde el domingo, cuando salí del hospital. Yo no me atrevo a hacérmela. No me desmayo, pero cuando vi por primera vez que lo que me habían puesto eran grapas, me dio un poco de reparo... A lo mejor el ginecólogo me dijo que pidiera esta cita para quitar las grapas, pero no recuerdo que fuera así. Y no veas cómo me duele cuando me levanto y acuesto en la cama".
  • "Túmbate en la camilla, quiero ver cómo lo haces".- Me pidió la enfermera.
     Le obedecí, ella cubrió la camilla con un papel a lo largo de la misma y yo, como pude, intenté acostarme... ¡cómo dolía aquello! "Levanta. Te enseñaré cómo hacerlo para que te duela menos". Ella se sentó en la camilla (mucho más alta que mi cama), y dio un pequeño salto hacia atrás para estar casi en el centro de la misma. "Tu cama será más baja. Esto, lógicamente, no lo debes hacer".- Me advertía. Luego, poco a poco, se fue reclinando desde su posición y apoyó su brazo izquierdo en la parte superior de la camilla, a la altura de la cabeza. Dejó el brazo en ángulo recto (unos 90 grados), mientras apoyaba su mano derecha cerca del codo. "Y te vas yendo lentamente. Te apoyas con el codo y la otra mano y subes, poco a poco, tus piernas. Te dolerá. Pero menos. Lo que yo he visto es que ponías toda tu fuerza en tu barriga. Inténtalo tú ahora".- Me invitó. Lo intenté como ella me había dicho, pero tenía la ventaja de que ya no me tiraba tanto como antes (no obstante, a partir de ese momento, me acuerdo y me levanto de esa manera).
     Volví a acostarme en la camilla. Tenía puesto un pantalón vaquero con el botón y la cremallera completamente abiertos, sólo un cinturón conseguía que no se me cayera por el camino, aunque lo tenía en uno de los agujeros que más hueco dejaba. Le di la explicación de que me daba miedo rozara la herida. Había pasado una semana desde la última vez que me ponía ropa de calle, ya que había estado con pijama desde el lunes 15 hasta esa misma mañana.
     "Respira profundo".- Me pidió mientras arrancaba, suavemente, la cura del domingo. Aún así, me dolió un poco. "Esto lo tienes muy bien. No le veo ningún problema. ¿No quieres que te quite las grapas hoy?". "Mejor el lunes, aún sigo con muchos dolores".- Le pedí, a lo que ella accedió.
     Tras la cura, me dio cita para el próximo lunes 29 de abril a las 10:15 horas. Tenía guardia ese día. Aunque me pareció muy temprano, accedí.
     Para volver a casa utilicé el transporte público, no sin antes comprar algo en el supermercado frente a la parada. No me quise llenar de muchos productos porque no podía llevar mucho peso.
     Como todas los días, comimos, estuve un poco en el ordenador y me fui a dormir por la tarde... odio esto último, porque me hace perder el tiempo... pero los ojos se me cerraban solos.
     Mi hermana y yo cenamos juntas mientras veíamos "Con el culo al aire". Yo me tuve que agarrar la barriga mientras me reía de algunas escenas. En un momento dado, le comenté que la enfermera me había dicho que aún podía tener hijos, pero como si se tratara de un vientre de alquiler. Y con mucha sorna, le pregunté si ella quería ser mi vientre de alquiler. Se horrorizó y me recordó el capítulo de "Friends" en el que Phoebe (Lisa Kudrow) se lo pide a su hermana gemela. "Después vamos a tener conflictos".- Me decía. "No, no, no quiero".- Repetía.
     Tras terminar la serie, rápidamente mi hermana fue a su cama para levantarse temprano para el día siguiente acudir a la Universidad. Yo, por alguna extraña razón, seguía con mucho sueño...