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sábado, 13 de julio de 2013

Día 90: Estoy de alta

SÁBADO 13 DE JULIO DE 2013:

     Algo más de un mes ha pasado desde mi último post. Desde mi operación, el 16 de abril de 2013, han pasado 91 días, que equivalen a tres meses, 1 día más 1 día menos.
     Mi vuelta al trabajo no fue fácil (tampoco lo era cuando estaba en él). Comencé a trabajar el 17 de junio, y sólo hasta el día 10 de julio, he conseguido quitarme una losa de encima. Algo me torturaba en el trabajo. Era casi todo, pero podía vivir con ello. Sólo con "algo" me era imposible seguir adelante.
       El 17 no fue fácil. Mi trabajo fue cuestionado (lógicamente, cada maestrillo tiene su librillo y dentro de su 'desorden' uno conoce su orden). Es como pedirle a un celador que opere al próximo paciente, o que se le pida al cirujano que haga sólo una pequeña parte de todas las tareas de un celador. Me dolía en el centro del pecho y no he dejado de hacer horas extras (sin que nadie me las pida, pero forma parte de mi personalidad, y cuando se me cuestiona sin yo saber por qué, trabajo más para castigarme). No me ha servido ni los antidepresivos, ni los ansiolíticos, ni tan siquiera las pastillas para dormir. Todo sigue igual antes de dejar el trabajo para operarme.
     Durante casi un mes he estado llorando todos y cada uno de estos días, el llegar al trabajo se convertía en una verdadera tortura. Mis últimas lágrimas fueron el día 10, cuando el día anterior me despedí (con una mano delante y otra detrás). Afortunadamente en mi trabajo no todo el monte es orégano, y recibiré, después de mi marcha, ayuda (la misma que yo he ofrecido). No es que sea más feliz (nunca lo he sido), pero ya consigo reir, aunque siga queriendo estar encerrada en casa, no deje de comer... y a pesar de todo ello... no me importa en absoluto no poder tener hijos y cuidar una cicatriz debajo de mi vientre. Justo o no, mis problemas ahora son otros, y no la histerectomía.
     Sigo utilizando la crema mosqueta (reconozco que hay noches que dejo de hacerlo y me voy a la cama directamente), y la marca de las grapas son menos acuciadas.
     También sigo con la cremallera completamente abierta de los pantalones vaqueros, vaya a donde vaya. Si me subo algo la cremallera me pilla la cicatriz y me hace daño, por lo que durante todo el trayecto, desde mi casa hasta el trabajo, los pantalones se me caen poco a poco y me los recojo continuamente. El algo cómico. Ni siquiera uso cinturón. Además, como he engordado los dos meses que estuve de baja, los pantalones aguantan un poco.
     Lo que más me echan en cara algunos de mis jefes es el no haberles indicado cuánto tiempo estaría de baja, para ellos saber si necesitaban o no otra persona (que tuvieron que contratar un tiempo más tarde al verse desbordado). Pero juro que no se me ocurrió preguntarle a mi doctora cuánto tiempo estaría de baja.
     Por cierto, los cólicos siguen, pero un buscapina (preferiblemente) o dos ibuprofenos 600 (en defecto de aquel) y se calmaron o acabaron los dolores, que cada vez son menos frecuentes y dolorosos. 
     Hace unos días me llamó María, la compañera de habitación en el hospital que también se hizo una histerectomía. No ha tenido tantos dolores como yo, pero está algo desilusionada con la barriga que se le ha formado con la cicatriz, la cual le desagrada... pero a mí no.

     Un saludo, espero haber ayudado a alguien a solventar algunas dudas y quizá nos veamos pronto o dentro de un año desde mi intervención.